Academia

Corea 2023. Ciclo de Música Clásica

Hayoung Choi y Joachim Carr

Concierto

Con el concierto de la violonchelista surcoreana Hayoung Choi y del pianista noruego Joachim Carr, se inicia la programación musical conjunta para el año 2023 del Centro Cultural Coreano y la Academia, dentro del Ciclo de Música Clásica programado conjuntamente por ambas entidades.

La República de Corea ha alcanzado un lugar de privilegio en la interpretación de música clásica, con un elevado nivel de virtuosos músicos que han recibido reconocimientos y galardones en los más prestigiosos certámenes internacionales. Por sexto año consecutivo, el Centro Cultural Coreano en España, en colaboración con la Academia, programa el Ciclo de Música Clásica, propiciando la actuación de importantes solistas coreanos, como la violonchelista Hayoung Choi.




HAYOUNG CHOI             violonchelo

JOACHIM CARR              piano

Programa

I
Ígor Stravinski (1882-1971)
Suite italienne

Giacinto Scelsi (1905-1988)
Diálogo

Benjamin Britten (1913-1976)
Cello Sonata, op. 65

  • Dialogo. Allegro
  • Scherzo-Pizzicato. Allegretto
  • Elegia. Lento
  • Marcia. Energico
  • Moto perpetuo. Presto

II
Witold Lutoslawski (1913-1994)
Grave

Serguéi Rajmáninov (1873-1943)
Sonata para violonchelo y piano, op. 19

  • Lento – Allegro moderato
  • Allegro scherzando
  • Andante
  • Allegro mosso

El recital se inicia y concluye con sendas obras de dos grandes compositores rusos coetáneos: Stravinski y Rajmáninov. Nacidos ambos en el último tramo del siglo XIX, sus vidas les adentraron en el XX. Aunque Rajmáninov era nueve años mayor que Stravinski, fueron músicos coetáneos… pero ¡qué diferentes fueron sus opciones estéticas!: mientras Rajmáninov representó una genial prolongación en el siglo XX de una concepción romántica de la música, Stravinski irrumpió con un lenguaje innovador que parecía romper o, al menos, distanciarse de la tradición.

Sin embargo, en la trayectoria stravinskiana se observan momentos bien distintos, y la obra que abre el concierto corresponde a su etapa neoclasicista en la cual, lejos de dar la espalda a la tradición de la música europea, la abrazaba decididamente. En efecto, su Suite italiana deriva del ballet compuesto a petición de Diaghilev en 1919-20 y que se estrenó en la Ópera de París el 15 de mayo de 1920, titulado Pulcinella, en el cual Stravinski manejó temas propios, junto a otros de Domenico Gallo, del conde Wassenaer y de otros músicos menores del siglo XVIII, y no de Pergolesi como se creyó durante años. Respetando las melodías y la base armónica (el bajo) de estos pentagramas del barroco, Stravinski hizo música propia merced a una sabia instrumentación, a la introducción de coloraciones tímbrico-armónicas muy alejadas de los originales, y a un riquísimo juego rítmico, “marca de la casa”. El resultado es una música fascinante, que tanto vale para el foso, sirviendo a la danza, como para ser disfrutada en el escenario como pura música de concierto. En 1922, Stravinski hizo una suite del ballet para orquesta de cámara; en 1925, una suite para violín y piano; siete años después adaptaría esta suite para el violonchelo de Gregor Piatigorsky, con la colaboración del propio chelista, versión que, acaso retocada con posterioridad, es la del concierto.

Entre las partituras de los mencionados Stravinski y Rajmáninov, el programa ofrece tres obras del siglo XX ordenadas cronológicamente. En primer término, el Diálogo, de Giacinto Scelsi, músico italiano de biografía singular: perteneciente a la nobleza, pasó largas etapas inactivo como compositor, el conocimiento del Oriente y sus culturas dio un vuelco a su obra, destruyó parte de la música que había escrito y, en fin, su música se dio a conocer muy tardíamente y en círculos muy restringidos antes de trascender y llegar a ejercer una marcada influencia en compositores notables de la segunda mitad del siglo XX. De Scelsi escucharemos el Diálogo para chelo y piano que compuso en 1932, pieza de notable intensidad lírica pero portadora de un melodismo de gran originalidad que, por ello mismo, no remite a modelo alguno.

El más importante compositor británico del pasado siglo, Benjamin Britten, entabló durante su carrera entrañables amistades con grandes músicos de su tiempo las cuales, con frecuencia, repercutían en su producción: así la del tenor Peter Pears –que pronto sería su pareja–, la del compositor soviético Dmitri Shostakóvich o la del violonchelista Mstislav Rostropóvich. Pues bien, en enero de 1961, recién establecida la sintonía humana y musical con el genial chelista ruso, Britten escribió para él la primera de una larga e importante serie de obras protagonizadas por este instrumento: es la Sonata en Do mayor, op. 65 que Rostropóvich estrenó en Aldeburgh el 7 de julio del mismo año. La obra es una curiosa combinación de sonata –en el sentido tradicional de la forma–y de suite. El núcleo sonatístico lo constituyen los movimientos centrales (segundo y tercero), respectivamente un Scherzo que explota el pizzicato y un hermoso y apasionado tiempo lento titulado Elegía. Pero tanto el Diálogo inicial como la Marcha y el Motto perpetuo que cierran la obra, respiran libertad formal y buen humor para completar una Sonata espléndida.

El gran maestro polaco Witold Lutoslawski escribió en 1981 un movimiento para violonchelo y piano que tituló Grave o Metamorfosis. Es una interesante página en la que el chelo apenas canta: la música se constituye sobre todo en base a células breves que dan pie a recorrer distintos registros y variadas formulaciones rítmicas en un curso que, sin embargo, resulta muy expresivo y concluye con un pasaje de admirable delicadeza sonora. Esta composición de Lutoslawski recibió su estreno en Varsovia, en abril de 1981, interpretada por Roman Jablonski y Krystina Borucinska, y está dedicada al musicólogo Stefan Jarocinski.

La Sonata para violonchelo y piano en Sol menor de Rajmáninov fue compuesta con el exaltado ánimo que siguió a la profunda crisis en que había quedado sumido tras el fracaso de su primeraSinfonía. Fue en el otoño de 1901, y se escribió prácticamente a la vez que el universalmente celebrado Concierto para piano y orquesta nº 2, cuyo enorme éxito inicial (¡y mantenido hasta hoy!) le devolvió la confianza en sus posibilidades creativas. El dedicatario de la Sonata –el violonchelista Anatole Brandukov–y el propio Rajmáninov al piano la dieron a conocer en Moscú el 2 de diciembre de aquel año.

La condición de gran pianista que había en Rajmáninov condiciona no poco la escritura musical de esta obra que, por esto mismo, revela un parentesco cierto con la Sonata violonchelística de Chopin: seguramente no es casualidad la coincidencia en la tonalidad de Sol menor a la que se acogen ambas partituras. Igualmente, en ambas obras es evidente que la escritura pianística no es menos elaborada y trascendente que la del violonchelo, sino, acaso, todo lo contrario: se pone de manifiesto la condición de grandes pianistas que se daba en los dos compositores. Esta magistral obra de Rajmáninov muestra, por momentos, una pujanza sonora y una riqueza tímbrica y armónica que la convierten en prototipo de obra de cámara con aliento sinfónico, como también es sinfónica su amplia estructura en los cuatro movimientos tradicionales.

José Luis García del Busto

Hayoung Choi es una violonchelista surcoreana nacida en Alemania en 1998. Desde 2022 es alumna de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en la Cátedra de Violonchelo ‘Aline Foriel-Destezet’. Su formación musical comenzó en la Universidad Nacional de Artes de Corea, continuando en la Escuela de Música Purcell en Inglaterra. Licenciada en 2017 de la Academia Krongberg (Alemania), se convirtió en miembro de la facultad del Conservatorio Emanuel Feuermann, ese mismo año.

Además de participar con orquestas como la Kremerata Baltica, Choi realizó su debut como solista en la Orquesta Filarmónica de Boston en 2021. Ha participado y ganado numerosos concursos internacionales desde los trece años, siendo la ganadora del primer premio de la Competición de Violonchelo Reina Elizabeth de Bélgica en 2022.
Toca un violonchelo de Giovanni Paolo Maggini (Brescia, c.1600), cedido por la Kumho Asiana Cultural Foundation (Corea).

El pianista noruego Joachim Carr se ha consolidado como uno de los músicos más interesantes de Escandinavia. Su debut fue en el Aula de la Universidad de Oslo, un centro de referencia en el panorama musical noruego, y se licenció con Eldar Nebolsin en la Hochschule für Musik ‘Hanns Eisler’ (Berlín).

Carr ha actuado con varias orquestas de prestigio internacional, como la Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo, y ha participado en numerosos festivales y concursos internacionales. Esto lo ha llevado a ganar el primer premio, el premio del público, así como el premio de la Orquesta Filarmónica de Bergen en el Concurso Internacional de Piano Edvard Grieg en 2014, entre otros galardones.

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