La Academia pronto se encontrĆ³ al estrecho en la Casa de la PanaderĆ­a. Aunque se intentĆ³ ampliar sus instalaciones en los edificios aledaƱos en la calle Mayor, su local resultaba insuficiente.

AdemĆ”s los consiliarios deseaban tener una casa Ā«sin dependencia ni compaƱƭaĀ». Dispuestos a comprar un edificio que reuniese las condiciones indispensables, despuĆ©s de varias ofertas se optĆ³, en 1773, por el palacio de la calle de AlcalĆ” que era propiedad del conde de Saceda y a la sazĆ³n estaba ocupado por las oficinas de la Renta y Real Estanco de Tabaco, Ā«atendida la capacidad de la casa, su sĆ³lida construcciĆ³n y su independenciaĀ». MansiĆ³n noble, antes conocida como MesĆ³n de la Miel, habĆ­a sido construida, en 1720, por el cĆ©lebre JosĆ© Benito de Churriguera para residencia de Juan de Goyeneche, ministro, financiero y empresario industrial de la Ć©poca de Felipe V.

Edificio barroco de gran porte, la Academia lo adquiriĆ³ con el pensamiento de transformarlo, ya que su fachada barroca Ā«no era correspondiente a la que habĆ­a de ser morada de las Bellas Artes. Tomada por la corporaciĆ³n la plausible resoluciĆ³n de picar sus ornatos, sustituyĆ©ndolos por otros mĆ”s dignosĀ». El encargado de Ā«afeitarĀ» y darle un aire neoclĆ”sico a dicho frontis fue el arquitecto y acadĆ©mico Diego de Villanueva, el cual, tras dibujar los planos de las plantas y la fachada Ā«con la expresiĆ³n del estado en que estĆ”n y de la nueva disposiciĆ³n que se les va a darĀ», colocĆ³ una portada de orden dĆ³rico a su renovado frente. La obra interior, realizada Ā«sin derribar muro, techo ni otra cosaĀ», adaptĆ³ las estancias al programa de la Academia y al del Gabinete de Historia Natural que, por orden de Carlos III, ocupĆ³ Ā«todo el quarto segundo y tercera planta de las guardillasĀ». La duplicidad de uso del edificio se debiĆ³ a que el monarca, en 1771, habĆ­a recibido el regalo de una magnĆ­fica colecciĆ³n de Historia Natural, reunida por el ecuatoriano Pedro Franco DĆ”vila. La deseada uniĆ³n de las Artes y las Ciencias, cara a los ilustrados, tenĆ­a asĆ­ su consecuciĆ³n. La inscripciĆ³n latina redactada por TomĆ”s de Iriarte que figura en el balcĆ³n principal de la Academia proclama:

CAROLUS III REX
NATURAM ET ARTEM SUB UNO TECTO
IN PUBLICAM UTILITATEM CONSOCIAVIT
ANNO MDCCLXXIV

es decir Ā«El rey Carlos III reuniĆ³ Naturaleza y Arte bajo un mismo techo para pĆŗblica utilidad en el aƱo 1774Ā». Hasta fines del siglo XIX convivieron juntas la Academia de Bellas Artes y el Gabinete de Historia Natural, pues el edificio que a finales del siglo XVIII levantĆ³ el arquitecto Juan de Villanueva para ser sede de un Museo de Historia Natural, a causa de la Guerra de la Independencia contra los franceses nunca llegĆ³ a abrirse como tal. Como es sabido, su esplĆ©ndido edificio es, desde la Ć©poca de Fernando VII, el Museo del Prado.

Las salas y estancias AcadƩmicas

El arreglo interior del edificio durĆ³ mĆ”s de un aƱo. En el cuarto bajo se instalaron diez aulas de estudio que comprendĆ­an desde la Sala de Principios hasta la de MatemĆ”ticas, pasando por las Salas de Modelo, de Yeso, del Natural, Estudio de PaƱos o ManiquĆ­, Medallas, Grabado, Arquitectura, GeometrĆ­a y Perspectiva. En el cuarto principal o planta noble se encontraban Funciones, Oratorio, TesorerĆ­a, LibrerĆ­a y gabinetes de pinturas, esculturas, dibujos y modelos de arquitectura. En el sĆ³tano se habilitaron espacios para guardar los moldes y las estatuas, el volante y la imprenta. Acerca del ambiente y disposiciĆ³n de las aulas y los aposentos podemos hoy hacernos una idea gracias a los dibujos realizados por varios alumnos de Perspectiva de 1780, 1788 y 1804. Con precisiĆ³n retratan las estancias y dependencias, mostrando a los estudiantes afanados en sus tareas mientras los profesores, con sus pelucas postizas, casacas y sable al cinto, observan los ejercicios o dan instrucciones a sus discĆ­pulos.

Antonio Bonet Correa

Galerƭa de ImƔgenes

Scroll al inicio