Calcografía Nacional

Exposición Final Becarios 2011 – 2012

La idea romántica del viaje como una parte esencial de la cultura y de la ampliación del conocimiento, sigue viva en el espíritu de las Academias de España en otros países, especialmente en la Academia de España en Roma. No es solamente la idea de un viaje físico, real, sino sobre todo de un viaje emocional, un viaje a la historia, un viaje, en este caso, al origen de una cultura y de una Europa que hoy nos puede parecer anacrónica o falta de sentido pero que ha alimentado las mentes y las obras, y por supuesto los corazones, de varias generaciones de jóvenes creadores que llegaban a Roma como al epicentro de una cultura, de una forma de ser, de pensar, de hacer.

Lo mejor de cada generación de artistas, investigadores o músicos españoles ha viajado a Roma para desarrollar no tanto sus trabajos como su forma de crear, de actuar, dando nombre a unas becas que significan mucho más que un aporte económico para la manutención y el apoyo al trabajo de los jóvenes creadores. Las Becas de España en Roma no están destinadas a artistas jóvenes o emergentes, como hoy es tan general en todo tipo de instituciones, estas Becas están destinadas a creadores ya formados, en un momento alto en sus carreras, suficientemente reconocidos entre sus iguales. Son en definitiva un apoyo para la maduración, una forma de situarlos en un cruce de caminos entre lo que han sido hasta este momento y lo que serán a partir de su estancia en Roma.

Relacionar jóvenes artistas actuales, ya en el siglo XXI, con una ciudad que representa la vieja cultura, la historia antigua, el origen de todas las artes, es sin duda complicado. En el siglo XIX y en gran parte del XX este objetivo era esencial en el proceso de maduración de cualquier artista; con Roma se iniciaba, junto con París, un itinerario sentimental que se repetiría en prácticamente todas las biografías de artistas de cualquier especialidad. La Academia de España en Roma se funda en 1873, con el objetivo de “fomentar el genio nacional” ofreciendo a “nuestros artistas (…) algún lugar de recogimiento y de ensayo, en la ciudad que será eternamente la metrópoli del arte, Roma”. Pero hace ya mucho tiempo que los jóvenes artistas, investigadores, arquitectos, músicos, no viajan a Roma para “fomentar su genio”. Otros destinos más actuales, son los que hoy ocupan las agendas de los artistas de todo el mundo: Nueva York, Colonia, Berlín, Londres, México, Sao Paulo…

¿Cuál es la razón entonces por la que todavía hoy las becas de España en Roma suponen uno de los objetivos esenciales para los creadores españoles? Sin duda tiene mucho que ver el lugar excepcional en el que la Academia está situada. Un lugar ciertamente de recogimiento que observa a la vieja Roma a sus pies, como una posibilidad pero sobre todo como un lugar en el que la historia de la humanidad sigue latiendo eternamente. No viajan estos jóvenes creadores a la Roma actual, metrópolis más o menos contemporánea, alejada de los últimos movimientos y tendencias, colocada a un margen de la velocidad de la investigación y creación actual. Vuelven a un pasado donde el tiempo tiene un ritmo diferente, viajan a un lugar ajeno a la velocidad de sus propias vidas. La Academia de España es un lugar fuera del tiempo, donde solo hay espacio para el arte y la cultura. Es a ese lugar, en una ciudad que vive en paralelo a lo que es la Roma actual, otra Roma, la Roma inmortal, ajena al tráfico espeso, a la imposible adecuación de la vida de hoy en una estructura urbana de ayer.

Como claro ejemplo del desarrollo del tiempo, las becas de la Academia ya no son solamente de pintura, escultura, arquitectura, grabado y música, sino que se han añadido literatura, teoría e historia de las artes, estética, historia y arqueología, museología, así como restauración, artes escénicas, cinematografía, fotografía y otras disciplinas afines, actualizando una estructura de técnicas y lenguajes que cada vez es más difícil de encasillar o regular. Lo cierto es que este año, una vez más, los becarios de España en Roma acaban su experiencia con una exposición que reúne parte de los trabajos realizados durante su estancia en la Academia. Una muestra que se sitúa entre el fin de curso y despedida de una generación de creadores, otra más, que pasa por este espacio ajeno al tiempo, otra que se une con las de cientos de creadores que les precedieron, y entre el primer paso de un futuro arriesgado y difícil en tiempos complicados, turbulentos para todos, personas e ideas.

Los becarios de este año son Irma Álvarez, Ruth Morán Méndez, Sonia Navarro, Arturo Reboiras, Belén Rodríguez (artistas plásticos), Paula Anta, Jorge Yeregui (fotografía), Diana García Roy (escultura), Raúl del Valle, Ana María Jiménez Jiménez (arquitectura), Sergio Martín (museología), Fernando Buide, Manuel Alejandro Contreras Vázquez y Arild Suárez Stenberg (música), Efraín Rodríguez Santana (literatura), Fefa Noia (artes escénicas) y Jaime Blanco Aparicio (historia y teoría del arte).


Rosa Olivares. Comisaria de la exposición

Horario y tarifas

Martes a sábado: De 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas
Domingos: De 10 a 14 horas
Lunes cerrado
Entrada gratuita

Imágenes

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